Al final de todo, había aceptado las palabras de la dama abisal.
Era risible para él. Después de tanta lucha, tanta matanza, no fue él quien terminó una guerra que no podía terminar.
¿Exactamente cómo llegaron hasta la pequeña princesa de Albain las criaturas abisales? Luego trataría de preguntarle.
La dama abrió una grieta una vez más, dando salida para el demonio tal como había hecho para la dragona.
Sus ojos eran nuevamente inexpresivos y carentes de emoción. Se podía decir que entre todos los señores del abismo aquella dama era una verdadera excéntrica.
Una mirada, y el demonio se entregó al oscuro abismo donde había pasado un mes luchando, matando, entregado al deseo de batalla. En su corazón, todavía había una maraña de emociones mezcladas.
¿Era el final? Había sido abrupto, inesperado. Había un complejo sentimiento que brotaba en su mente.
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Finalmente, cruzó la grieta y abandonó el abismo.
Había acabado. Finalmente... su batalla había acabado. Finalmente, podría recostarse y descansar.
. . .
Desde lo alto del firmamento nocturno, contemplaba aquella isla donde reinaba un eterno verano. No había buscado ni su propio reino ni aquella mansión donde pasaba sus días.
Su lugar de descanso, su sitio seguro. Podría recostarse en el regazo de Avitihne, sentir sus manos acariciar su cabello mientras le decía que finalmente todo había acabado, arrullarse en el calor de su piel, tomar sus labios...
Su corazón latía de emoción. Tenía mucho de que disculparse. Seguramente, muchos se habrían preocupado. Llyn debe haberla tenido difícil. Scottie seguramente se había llenado de trabajo. ¿Pandora habría ido a buscarlo? Con suerte, Trish no habría dado un golpe de estado en su ausencia...
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Fue una fría sensación. Desde lo alto del cielo, su sangre fue derramada. En su pecho, había una profunda herida que dejaba ver al otro lado.
Volteó la mirada. Una figura que conocía, con la que estaba familiarizado.
⠀⠀⠀⠀⠀—❝Me preguntaba cuándo saldrías de tu escondite. ¿Fue todo un plan de parte de esa mujer? He... logrado engañarme.❞
La figura bufó, su brazo cual tentáculo manchado de la dorada sangre de Asmodeo sacudió.
⠀⠀⠀⠀⠀—❝Dan'Feh está loca. No podemos dejar a alguien como tú vivo.❞
Replicó. Entre todos los señores del abismo, aquel tenía una historia de lucha y odio con Asmodeo.
El señor de la lujuria suspiró. Al menos, parece que la promesa de la dama abisal no era falsa. ¿Se llamaba Dan'Feh? No le preguntó, es cierto...
⠀⠀⠀⠀⠀—❝Parece que era muy pronto para relajarme.❞
Bramo el demonio, enojado. Ese bastardo había llegado hasta allí. No podía permitirle acercarse a ella. No podía, no debía, no lo haría.
No le arrancaría algo más, no le quitaría algo más, no iba a permitirlo.
Las furiosas llamas doradas del demonio iluminaron el cielo nocturno.
La batalla fue intensa, pero corta. El sonido de las explosiones resonaba como truenos y sacudían el aire.
Respirando agitadamente, una gigante serpiente dorada llevó sus fauces contra lord abisal. Sus colmillos se clavaron con fuerza, desgarrando. Las llamas doradas envolvieron su figura.
No podían ser quemados. Se supone que el fuego no les afectaba. Normalmente, no claro.
Asmodeo inmoló su sangre dorada, sangre corrupta por el abismo como combustible para hacer arder al maldito señor.
Y el silencio llenó el lugar.
⠀⠀⠀⠀⠀—❝Maldita sea... ni siquiera pude descansar apropiadamente.❞